Infantil / Juvenil

La Peste.

Ni el altísimo Sombrero de punta que era de su bisabuela le alcanza. Tampoco los frascos de pociones, hay muchos vencidos. Los libros son tan viejos que los hechizos piden cosas que ya no existen: Usufrulas de Yugoslavia, Cáscaras de Gñesco, Medio Carcasú Fresco o Nitrones. Prímula comienza a sentirse cada vez mas desalentada. Ya intentó por todos los medios encontrar el remedio que le desanude la garganta. Algún gracioso desparramó una antigua peste justo el dia que abrió las ventanas para desechar unas ánimas que andaban por ahi atrapadas en las telarañas. Las tenia a todas en una sola bolsa de basura bien grande, y en el peor momento la sorprendió un ataque de estornudos. En medio de la sinfonía de achíses y achuses, intentó recomponerse dando una bocanada de aire bien profunda. A medida que entraba el aire, su tráquea se inflaba como un sapo, y cuando lo fue soltando, algo salió expulsado en velocidad.
Miró con desconfianza a su alrededor. Se acercó con cautela, caminando sin hacer ruido. Se agachò y observò. Era un bollito de papel blanco. Estaba seco y arrugado. Volvió a mirar a su al rededor, como si alguien la estuviese engañando, y sin más, se llenó de confianza, tomó el papel y lo desenvolvió.
Por alguna extraña razón, tuvo el impulso de leerlo en voz alta, para descubrir al instante que las palabras de su boca ya no sonaban hacia afuera. Sin darle mucha importancia, tosió en mudo y en vano, pero lo volvio a intentar. No se oía ni el sutil dejo del aliento. 
Con un cúmulo de panico en la panza, quizo gritar sin parar, pero solo consiguio alterarse. Como un volcán que empieza de poquito a mucho, comenzó a probar un sin fin de acciones absurdas y otras no tanto. 
Tomó un vaso de agua hasta el fondo, y pegado otro vaso de agua hasta el fondo, para terminar metiendo toda la cabeza en un balde boca abajo hasta lo mas hondo. Luego pasó a moverse como una lombriz. Rápido en el mismo lugar, dando brincos cortos, medianos y altos. Los brazos hacia un lado y las piernas para arriba. Haciéndose un nudo con moño, y desanudándose al girar.  Verticales desprolijas, ruedas , golpes en la pared y derrumbes. La torpeza y la desesperación en su máximo esplendor, un cuerpo poseído sin consuelo, sin cura ni noción.
Mientras el cuarto de Magia iba quedando del revés, Prímula perdía su energía. 
Exhausta y angustiada, comienzó a buscar en los libros, aprovechando que un par se le habian caido en la cabeza. Revisó todos, hoja por hoja, mientras el tiempo se volvia lento y denso. Pasaron dias y noches, tampoco se sabe exactamente. El tiempo parece tan largo cuando hay tristeza en el aire, que no se puede medir con presición. Finalmente se decidió por un encantamiento que parecía acercarse a lo que le estaba sucediendo, aunque no  mencionaba nada acerca  del bollito de papel. 
Con desgano, prueba con los ingredientes que tiene a mano. Algo en el fondo de su ser, sabe que ya no va a funcionar. Fracasa, por milesima vez, Fracasa. 
De tanto pesar, acaba por caer dormida sobre la ventana. Hacía calor y los mosquitos acechaban por su rostro. Un ronquido mudo pero fuerte, coincidió con un viento que entraba de afuera. El bollito de papel, que habia quedado perdido entre los libros, fue acercandose hacia Primula. Como por Arte de Magia, se metió dentro de su boca. 
Pueden haber pasado horas, minutos o meses, nadie sabe exactamente porque el tiempo es incontable cuando la magia sucede; pero despierta. Como de un sueño muy calido del que no recuerda nada, sintiendo algo extraño en la garganta. Mete su mano en la boca, y comienza a sacar una tira sinfin de papel blanco y sedoso. Metros y metros sin parar. Si habia algo que podia empeorar, parecia que ahi estaba la prueba. Pero llegó un momento en que con un tirón fuerte salio la punta del ovillo. Asombradísima, observa el enorme despliegue de papel a su alrededor, los ojos como espejos de caricatura. De pronto eructa, y suspira. Eructa y Suspira. Eructa y Suspira una vez mas. Suspira mas largo….  y Sonríe.

Astronauta I


La semana pasada, cuando se desprendieron tres pantalones, un vestido floreado y un sombrero, la vecina de la panaderia llego a cerrarle la puerta en la cara asustadisima. Penso que  algun enano descalzo, un duende con vida, quien sabe, estaba pidiendole un cuarto de bizcochos un martes  la mañana.
Es que cuando Maite despierta, rueda desde su cama hasta una montaña de prendas de vestir. Aun envuelta en la sabana, se zambulle y no termina de entrar en vigilia que se arrastra por todo el suelo de su habitacion, ella, la sabana y la montaña. Cuando una prenda decide quedarse en el camino, lo toma como una señal y resulta ser la prenda elegida que viste ese dia. Asi ha salido a la calle de maneras un poco estrafalarias.
Los dias en que el desprendimiento puede traerle inconvenientes,  o cuando la ropa esta demasiado apelmazada en la montaña, se deja llevar con ojos cerrados por las texturas , sensaciones y olores. Se viste desde la plena certeza de sentirse muy bien con lo que esta tocando su piel, o porque le hace un poco de gracia. Tal vez un pañuelo resulta ser remera, un buzo pollera, un zapato cartera, una bufanda media, una bombacha pulsera, y una calza vincha.
Durante el invierno nunca pasa frio en el colegio, y siempre termina prestandole algun pedacito de lana que usó de accesorio a alguien. En general se sienta en la fila de adelante, porque le cuesta un poco moverse y caminar con todo lo que lleva puesto. Ademas se empecina en no quitarse mas que los zapatos adentro del aula. Las maestras lograron que se despeje la cara y asi practica las oraciones, los dias de la semana y las canciones. Durante los recreos, deja que su mejor amiga (que cambia una vez por semana) elija una prenda de las que lleva puesta, y con eso todos juegan al Medio: Un niño en el centro de un circulo de muchos amigos ,y la prenda vuela de un lado a otro para que el NiñoMedio no logre atraparla, hasta que lo hace y el ultimo que lanzó la prenda es quien le toca ser ahora el  NiñoMedio. A Maite no le gusta jugar a ese juego, pero es feliz viendo los dibujos que forma la tela en el aire cuando se desplaza de un lado a otro. Puede quedarse horas contemplando, y a veces lo hace.
                  Cuando vuelve del colegio, deja la mochila en el comedor y entra feliz a su habitación para desvestirse. La montaña de prendas se vuelve llanura. Las telas convertidas en piso dejan solo algunos huequitos libres para no resbalar del todo. La calza vincha vuela hasta el techo, y le siguen el zapato cartera, la bufanda media, la bombacha pulsera, el buzo pollera y el pañuelo remera. Cuando todo toca el suelo, juega sola a  la lluvia de prendas. Que siempre haya alguna en el aire, y si son muchas mejor. Entre tanto despliegue y movimiento, una montaña reaparece. Mide unos 20cm de ancho y 40cm de alto. Maite termina con un pijama puesto y despeinada al maximo. Se estira lo mas que puede, y corre hasta donde esta su Papa. El le sostiene todo el cabello a lo alto, y ella da unas 4 vueltas en su eje, hasta que le pone un moño justo en el centro de la cabeza. La torzada cae de costado. Lo besa y se vuelve corriendo. Salta hacia el colchón. Se tapa entera hecha un bollito y cae profundamente dormida.


El secreto de las Llaves

Monstruo tiene el pelo castaño, sedoso y huele a canela y hojas secas. Pasa  muchas horas en el bosque, y no es porque quiera andar espandando constantemente, solamente sale de paseo y sin quererlo auyenta a los viajantes y aventureros. Aunque a Galo no le pasó igual. El quedó sencillamente encantado porque primeramente, descubrió su mirada. Era tan tierna y sensible que le trazó un tunel de tiempo, llevándolo de paseo a su propia niñez. Recordó cuando se perdía en el pequeño parque de su casa, que se transformaba en un bosque enorme y misterioso, disponible para explorar. Cada surco llevaba un desafío: Volverse el héroe de un ataque de dragones, montarse una armadura de ramas y papel de diario.
Ahora ni los kilómetros de bosque le eran suficiente para aproximarse a un estado similar, de encarnar tan fuertemente la emoción de vencer a un ataque de dragones voladores. Sintió nostalgia por ese niño apasionado que reía y sufría como un loco.
Galo tuvo el impulso de mantenerse cerca de Monstruo. Mas que un impulso, fue una necesidad abrumadora. Ese peculiar Ser, de medio metro de alto, oblongo y de patas flacas, le despertó tantas sensaciones que de pronto, el hambre y cansancio desapareció por completo.
Para intentar acercarse, vertió un poco de agua que llevaba consigo sobre el hueco de una piedra. Luego tomó distancia y se escondió tras un arbusto. Monstruo llegó dando brincos, bebió el agua con sus dedos que funcionaban como un gotero y continuó su camino. Avanza bailando y colgado de algunas ramas. Galo hace muchisimo esfuerzo por seguirle el ritmo y la velocidad con sus dos humildes piernas humanas. Pero la adrenalina lo empujaba de una forma que nunca antes  había conocido. Trataba de ser silencioso para disimular, aunque Monstruo bien sabía lo que estaba pasando. Galo no tiene idea, pero sus ojos estan en el cuerpo y su mirada en todo el bosque.
De pronto se encontraron los dos dentro de una cueva. Sus paredes estabn repletas de relojes, letras del teclado de un ordenador, botellas, alambres, alicates. Un sector exclusivo para tijeras de multiples tamaños y formas. Cajones sueltos repletos de calcetines (siempre solos, nunca un par del mismo). Boligrafos, peines, gomas del pelo, muñecas, cofres con monedas, algunos percheros con cientos de llaves, mecheros, canutillos brillantes y plumas.
"Esta es la cueva de las cosas perdidas, donde cada objeto es único y tiene una historia que contar".
Se dirijió hacia Galo, quien estaba estupefacto. Aquel sitio colorido parecía respirar. Cada rincón tenía no solo una, sino miles de vidas. Monstruo era el guardián y cuidador. Mantenía la cuva limpia y resguardada del paso del tiempo. Como una burbuja de cristal de los recuerdos. Cuando tomaba un objeto con su mano, sentía su peso y dejaba correr un fragmento de historia. Siempre inconcluso, a veces con un principio y sin fin, otras sin principio ni fin.

 
Historias de Mar:



            I          .

            En el pueblo donde vive Tinnie hay playas y montañas verdes con dorado. Hace mas calor que de costumbre y sus habitantes suelen ser amables. Una vez al año, el pueblo se llena tanto de visitas que no entra ni un alfiler. Hay gente de casi todo el mundo, y casi todos suelen ser amables.
Tinnie, como la mayoría de las personas, va a la playa si el día esta soleado. Lleva antiparras y una bolsita, porque lo que mas disfruta es sumergirse en el agua y ver lo que normalmente no puede. Como suele visitar las mismas playas, ya conoce sus partes favoritas. Hay algas y rocas dispuestas en una forma tan singular, que a los peces les encanta nadar por allí. Cuando se encuentra con algo de basura que algún visitante despistado o poco amable se deja suelta, la recoge y guarda en la bolsita.
Se estaba acercando la hora en que es mejor ir saliendo del agua, cuando algo la hizo demorar. Se encontró no solo una tapita de plástico entre las rocas, sino con un verdadero enjambre de basuritas de muchos tamaños. Bastante largo y mezclado con algas. Parecía que tenía vida propia, movedizo  como las olas, yendo y viniendo. No tuvo mejor idea que meter las manos, y fueron cinco veces las que tuvo que salir a la superficie a tomar aire, hasta que por fin logró desenredarlo. Es que cuando algo se le mete en la cabeza a Tinnie difícilmente se la puede distraer. Lo que nunca imaginó ese día, es lo que podía pasar una vez que dio el ultimo tirón.
Como si fuese la punta de un iceberg, las rocas que parecían tan quietitas se abrieron como una compuerta de castillo encantado. Los párpados de Tinnie quedaron congelados, y no tuvo ni tiempo de asustarse de nada, porque del centro de las rocas se dejó ver la criatura mas hermosa que jamás había visto. En ese instante sintió que podría estar allí contemplandola por siempre. Había tanto por reconocer en su textura, sus colores, las formas de su contorno cambiaban lentamente formando los dibujos mas bellos del mundo. Pero lo mas fantástico y maravilloso aún, era su incomparable forma de moverse. Cada extremidad tenía ritmo propio, a multiples velocidades. Cada tanto alguna parte se le venía encima y le hacía cosquillas. Tan diferente en los detalles, y a la vez tan armónico en su totalidad. Tenía un respirar profundo y un soltar infinito. Con cada movimiento surgían nuevos colores que dejaban su estela en el agua. De tamaño, un metro diecinueve, igual que ella.
            Las medusas siempre habían sido las preferidas de Tinnie. Soñaba con tocarlas, pero sabía que podían ser peligrosas y dañinas. UM le demostró que los sueños, aunque parezcan muy imposibles, a veces, cada tanto y en días especiales de formas inusuales, se pueden presentar.

II.

En lo mas profundo del mar, como bien se sabe, viven todo tipo de seres acuáticos. Con sus habitaciones, sus costumbres, lenguaje y juegos. Por supuesto no trabajan, porque no les hace falta. Cuando alguien necesita algo, entre todos lo ayudan. 
El día que Raipe llegó con sus tentáculos enredados, ocho sirenos voluntarios, siempre forzudos y entusiastas, se cargaron en la espalda una pata cada uno, mientras cinco langostas tocaban música para reanimar la situación. Otros peces cantaban coros y arengaban, mientras los ocho sirenos hicieron una danza espectacular entre idas, vueltas y remolinos. Para que Raipe se mantenga despreocupado y en paz, un grupo de estrellas se montaron sobre su cabeza formando una corona de contención. Le hacían masajes, que en su lenguaje quería decir que todo estaba saliendo de maravillas, y que no había nada por qué asustarse.
Cuando la ceremonia llegó a su fin, Raiperín Dou Maguáliden II (la segunda forma corta de su nombre. La primera es tan extensa que nadie la recuerda) estaba exhausto. Aún así, esa noche cocinó para todo el mundo. Tarea que suena muy fácil pero no lo es, en un lugar donde cada especie necesita un alimento distinto. Los sirenos son algavivoros, las estrellas comen pensamientos, los peces cualquier cosa, y los langostinos dientes de tiburón. Aun así, Raipe armó la mesa general y todos quedaron satisfechos. Cuando terminaron la cena, tuvo que contarle a todo el mundo cómo es que había llegado a enredar sus tentáculos de semejante manera. La historia era tan larga y Raipe siempre contaba las cosas alargando las vocales, que al final nadie llegó a oir el final del cuento.

III.
Aquella mañana, Hulber y Gostrip habían despertado luego de tener el mismo sueño, solo que jamas lo comentaron entre ellos. No hablaban mucho, solo lo necesario para manejar el barco. Prepararon todo sin contratiempos y partieron Mar Adentro. El cielo estaba plano e infinito. (hoja con color plano). Al cabo de unos minutos, solo eran ellos, el horizonte y el viento.
Cuando el momento de la pesca se acercaba, fueron preparando la red mas grande, sin dudas y llenos confianza. Habían trabajado tantos años con esa misma red que era como un amuleto de la suerte. Además, había algo en el aire que los mantenía especialmente optimistas ese día. Cosa que no siempre sucede. Aunque cada día es especial a su modo, hay algunos que tienen condimientos sin explicación.
Por desgracia (o no), esa tarde no consiguieron lo que esperaban. Estos dos marineros no eran comunes. No pescaban para vender ni comer. Ellos buscaban tesoros; y no los que hombres y mujeres de la tierra quieren. No buscaban oro ni joyas, buscaban los verdaderos tesoros del fondo del mar: criaturas únicas que el mundo no conoce, y como no conoce, no les han puesto nombre. Las hazañas de estos dos marineros fueron varias, solo que guardan el secreto porque temen de las personas que son poco cuidadosas. Asi que cuando encuentran un tesoro, lo observan un buen rato, de cerca, de lejos, de costado, hasta llenarse mucho de alegría por estar conociéndolo. Le dan las gracias y lo devuelven al Mar. En su retorno a la tierra, se llevan algunos peces de los que todos ya conocen, que ofrecen su vida en forma de agradecimiento por no revelar al mundo los verdaderos tesoros del océano. Así cenan con su familia, sin que nadie sospeche lo que fueron a hacer. Sin que nadie pregunte, ni imagine, ni sueñe.